jueves, 19 de febrero de 2009

UNA VISIÓN ESPERANZADA ANTE LA CRISIS

¡Crisis! Estamos oyendo la palabra crisis por todas partes. Crisis económica, crisis de valores, crisis religiosa. Todo nuestro mundo parece que se tambalea ante la cacareada crisis. Pero la crisis que más preocupa, la que más parece afectarnos, es la crisis económica y financiera que nos ha caído encima. A poco que nos esforzásemos podríamos encontrar grandes culpables que han generado esta crisis, pero no es por el camino de la crítica y de buscar culpables por donde queremos dirigir nuestras reflexiones, sino por el camino de la esperanza y de la confianza en el ser humano para recuperar unos valores que nos permitan salir fortalecidos de esta crisis.

Partimos de que la crisis no afecta a todos por igual. Hay un numeroso grupo de privilegiados que lo seguirán siendo aún en tiempos de crisis, porque como se suele decir: “a río revuelto, ganancia de pescadores” y para estos, seguirá habiendo beneficios. Hay otra franja importante de ciudadanos que, por el momento, tienen un puesto de trabajo seguro o una jubilación digna que le permitirá seguir manteniendo sus ingresos e incluso incrementándolos puntualmente. Otro sector considerable son los que están perdiendo su trabajo o el que tienen pende de un hilo. Y, por último, están los que viven permanentemente en crisis. A estos tendremos que añadir unos cientos de millones de personas mas de nuestro planeta que la crisis la vienen padeciendo desde que vinieron al mundo.

Ante este panorama que nos envuelve, donde el fantasma de la crisis ha ocupado el lugar central en nuestras vidas, y los endebles cimientos del sistema neoliberal han empezado a temblar. Nosotros, comunidad de San Joaquín, pensamos que resulta imprescindible que todos y cada uno de nosotros asumamos el reto de transformar nuestra propia forma de ver, vivir y sentir el mundo que nos rodea. Tenemos la oportunidad de recuperar valores morales y existenciales que nos ayuden a estrenar estilos nuevos de vida más consecuentes y acordes con el mensaje evangélico.

Valores como:
La Austeridad, que conlleva reconocer el valor de las cosas y apreciar el esfuerzo necesario para obtenerlas. La austeridad que consiste en rehusar lo innecesario para vivir más acorde con las propias posibilidades y con mas respeto a una tierra que está siendo sobre explotada en detrimento de toda la humanidad
La Solidaridad, esa solidaridad que es justa y necesaria porque los bienes de la tierra están destinados al bien común. En esta situación de crisis es más necesaria que nunca puesto que lo que más ayuda a las personas en dificultades es la proximidad, la comprensión, el ofrecimiento de lo que somos y tenemos. El emprender acciones como la del reparto de trabajo, que unos trabajen menos para que otros puedan trabajar algo.
La Gratuidad, ese don gratuito de ti mismo a Dios y a los demás. Ese poner sobre la mesa un ofrecimiento sincero a ese colectivo de personas que realmente están viviendo la crisis de manera más cruda. Compartir nuestro dinero, nuestro tiempo, nuestro saber y la experiencia que cada uno de nosotros posee, algo así como un banco de tiempo donde se dan: el encuentro, el intercambio y el conocimiento.

Hay muchos más pequeños gestos que, en estos tiempos de crisis, nos pueden ayudar a todos a ser más personas y mejores hermanos. En estos momentos, en el que el mundo parece moverse, todos estamos invitados a empezar a vivir en nuestra casa aquello que soñamos para nuestro mundo, pues como dice la Hna. Benedictina Joan Chittister, “lo que no cultivemos dentro de nosotros/as no puede existir en el mundo que nos rodea porque somos un microcosmos”.

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